Eladio, conmovido, decidió actuar de distinta forma que la mayoría acercándose al hombre herido más próximo. Junto a él se arrodilló e inclinó interesándose por su estado. Desde el lugar que ocupaba, inmóvil e incapaz de decidirse, Sigfrido los vio conversar. —¡Agua para este infeliz, por piedad! —gritó Lerdabondad, volviéndose hacia donde estaban Gelasio y Lotario. Tras ellos, el resto del ejército seguía marchando, aunque atendiendo con curiosidad lo que allí acontecía. Fue Negropasado el que, con el semblante serio, se le acercara. —¿Cómo te llamas, hijo? —preguntó al moribundo, un joven imberbe cuyo abdomen había sido perforado por una asta que aún sobresalía de su cuerpo. —Gilberto Agriodestino, señor —respondió el muchacho con gran dificultad. —Luchasteis bien y supisteis morir, Gilberto, al menos los que quedasteis aquí, sobre la hierba. Tienes mis respetos —dicho esto, Lotario desenvainó la espada y, con un rápido movimiento, atravesó con su punta la frente del yace
Tiempo de Calamidades es un blog donde se irán compartiendo los distintos capítulos que darán forma a una probable novela fantástica un tanto peculiar y que estará basada en los hechos narrados en el blog Las Terribles Crónicas de Sigfrido Valorquebrado, del mismo autor. Se tendrán en cuenta las opiniones que los lectores quieran aportar.